Por: Lluna Fabregat, investigadora del Gabinete de Comunicación y Educación
El Camino de Santiago acoge a miles de turistas y peregrinos anualmente. Proceden de diferentes países del mundo. Se trata de unas cifras que, a pesar del gran descenso ocasionado por la crisis post-pandémica, crecen exponencialmente año tras año. En el 2022, la Editorial Buen Camino publicó el registro de hasta 438.321 personas que transitaron por el famoso camino a pie, en bicicleta o a caballo.
Este conjunto de rutas de peregrinación cristiana se originó en la época medieval a causa del supuesto descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago el Mayor, situada en la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia. Durante este período, el monje francés Aymeric Picaud recorrió la senda cristiana y escribió La Guía del Peregrino, considerada la primera guía turística de la historia. En ella, Picaud apuntó todo aquello que veía, oía y sentía. El texto, incluido en el Códice Calixtino datado del año 1140, todavía sirve a algunos peregrinos para llegar a la capital gallega. Y es que, para culminar esta travesía por la península ibérica, existen diferentes rutas. Las más conocidas son el Camino Aragonés, el Camino Primitivo, el Camino del Norte y el Camino Francés. Siendo el más popular, este último fue el que inspiró a Aymeric Picaud y, por tanto, el que se explica en La Guía del Peregrino.
En este escenario, el proyecto “Los caminos del encuentro. Cartografía de rutas temáticas para la recuperación del patrimonio histórico de las confesiones religiosas de España- Un viaje del ayer al hoy”, impulsado por el Gabinete de Comunicación y Educación y financiado por la Fundación Pluralismo y Convivencia, tiene el objetivo de cartografiar rutas temáticas a partir del patrimonio histórico de las confesiones religiosas y comunidades del territorio peninsular. Las rutas propuestas servirán para fomentar tanto el turismo cultural a partir de la religión como el conocimiento de la riqueza histórica e interreligiosa del territorio peninsular.